
Nos avisaban que el abuelito había fallecido, rápido nos arreglamos para ir por mi suegra a su casa, el trayecto se hizo largo, había trafico y los semáforos en rojo terminaban por desesperar a Toño, hubo tramos en los que se metió en contra, yo no le dije nada porque sabia la desesperación y el dolor que el sentí por la noticia recibida.
Llegamos a la casa de los abuelitos donde ya había mas familia ahí estuvimos hasta que nos dieron el lugar y la hora donde había que ir, así que decidimos regresarnos a la casa para darnos otro baño y estar listos para acompañar al abuelito hasta el final.
En la funeraria comenzaron a llegar familia y amigos entre abrazos y llanto la gente se fue despidiendo hasta solo quedarnos unos cuantos. Nosotros no nos movimos de ahí hasta la salida a la iglesia, donde le ofrecieron una misa, para terminar en el panteón.
Lo que viví este fin de semana me removió tantos recuerdos, me dolía ver a Toño derrotado y gracias a Dios pudo desahogarse llorando.
Fuimos a dejar a mi mama a la casa pero ya para esa hora no sabíamos ni donde andábamos y menos como andábamos, yo me sentía toda zombi y Toño decía que ya veía borroso, así que ya que llegamos a la casa un baño y a dormir.
Ahora me siento muy cansada, la cabeza no deja de dolerme y tengo una gran tristeza en el corazón. Como cambian las cosas de la noche a la mañana, hace unas semanas le pedí a Toño dar Gracias a Dios por no tener que llevar flores al panteón a sus abuelitos, y ahora pasa esto.
Dios nos bendiga a todos y sobretodo le de muchísima fortaleza a la abuelita.