28/08/08

FELICIDADES ABUELITOS

Que padre debe de ser tener abuelitos y disfrutar su compañía y sus platicas, yo me acuerdo cuando:

Mi Papa Lupe (el papa de mi mama) nos contaba chistes que ahora estoy segura no le harían gracia a ningún niño, pero nosotros nos reíamos muchisimo y batallabamos para adivinar sus (vaya la rebusnancia) adivinanzas, siempre nos sorprendía con sus ocurrencias, una de ellas era "Oro no es, Plata no es", y ahí estábamos todos quebrándonos la cabeza para poder dar una respuesta. Era un hombre independiente, le gustaba mucho ir al centro y según el se encontraba con muchas ofertas y terminaba gastándose su dinero en nosotros, todavía me acuerdo lo que sufrió cuando le amputaron su pierna, no quería que nadie lo viera y nos corría de su cuarto, diciendonos que quería dormir, poco a poco se fue animando y en varias ocasiones lo acompañe a las rehabilitaciones, hasta que volvió a ser el mismo de antes, salia donde el quería y solo con la ayuda de un bastón.

De mi Mama Chica (mama de mi mama) no me acuerdo mucho ella falleció cuando yo todavía era muy chica, pero la tengo presente en mi mente una vez que me defendio de mis tíos, disiendoles que yo era muy trabajadora, dice mi mamá que tengo la misma manía que ella "alinearme la ceja todos los días". El fin de semana nos contaba mi mama que mi abuelito le gustaba salirse a tocar guitarra después de cenar y mi abuelita cantaba mientras la gente del rancho se juntaba para pasar un buen rato ahí con ellos.

De mi Abuelito Guerreros (papa de mi papa) me acuerdo de su fuerza, aun con su avanzada edad el seguía cuidando su huerta y sus caballos, le gustaba reunirse en la plaza del pueblo con sus amigos, poco lo visitábamos pero cuando lo hacíamos limpiabamos su casa y aunque se enojaba porque tirábamos cosas que según servían, siempre nos trato bien, el murió por su edad (casi a los 100 años), no sufrió o si lo hizo nunca se quejo.

Mi abuelita Bernarda (mama de mi papa) la tengo en mi mente con sus trenzas y su chalina en la cabeza, mi papa y yo nos parecemos mucho a ella. Me acuerdo que cuando se vino a vivir con nosotros me tocaba dormir con ella, pero no me gustaba porque me daba miedo pegarle o molestarla, era un viejita chiquita de estatura pero con un corazon enorme, era muy querida en el pueblo porque a todo mundo ayudaba, preparaba unas gorditas riquisimas y un asado de puerco que hasta nos chupabamos los dedos.

A los cuatro los extraño mucho y me encantaría tenerlos aquí conmigo.

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